En efecto, Rusia asegura que tiene evidencia en vídeo de que el mencionado tanque fabricado en Estados Unidos fue destruido por sistemas de misiles antitanques Kornet en la región de Kursk.
Un análisis del Ejército ruso indica que una veintena de Abrams fue destruido en los primeros seis meses de este año, poco después de que estos coches blindados fueran desplegados en el campo de batalla.
De acuerdo con el informe, la presencia generalizada de drones suicidas y de vigilancia rusos obstaculiza la protección de los tanques Abrams, ya que pueden ser impactados fácilmente por los aviones no tripulados rusos.
Debido a los graves daños que han sufrido los tanques occidentales, Kiev los ha retirado del campo de batalla, mientras el vicepresidente del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., el almirante Christopher Grady, ha dicho que están trabajando con Ucrania para mejorar las tácticas.
En octubre pasado, Estados Unidos proporcionó a Ucrania 31 tanques Abrams, cada uno valorado en 10 millones de dólares, para luchar contra Rusia. Sin embargo, a principios de septiembre, oficiales militares ucranianos ya habían advertido de que era poco probable que esos los tanques estadounidenses de 70 toneladas sobrevivieran mucho tiempo en el campo de batalla.
Las tripulaciones ucranianas que operan los tanques Abrams, suministrados por Estados Unidos, informaron el pasado mes de mayo a la cadena estadounidense de noticias CNN de una serie de puntos débiles y defectos de los blindados, que ponen en duda su utilidad en los cambiantes frentes de guerra.
Cuando el presidente de EE.UU., Joe Biden, informó del envío de Abrams a Kiev como prueba del “compromiso duradero e inquebrantable de Estados Unidos con Ucrania”. Rusia advirtió de que no solo destruiría esos tanques, sino todos equipos militares de la Organización del Tratado del Atlántcio Norte (OTAN).
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