(20/03/24 - Reportajes/Políticas de Defensa, Por Matías Caciabue*)-.Nilda Garré, ex ministra de Defensa de Argentina (2005-2010) dialogó con NODAL sobre las políticas de defensa del del actual gobierno de Javier Milei y de la gestión anterior, y a su vez analiza los desafíos y el rol de las Fuerzas Armadas de América Latina.
El gobierno de Javier Milei acaba de cumplir 100 días de gestión, ¿Cuál es su opinión del plan de gestión que el nuevo gobierno empezó a mostrar en el área de defensa?
En este gobierno hay toda una tendencia a restablecer relaciones con Gran Bretaña a la manera de lo planteado en el Pacto Foradori-Duncan. Es decir, se trabaja con la tesis de que Argentina debe colaborar en la remoción de obstáculos o problemas que pudieran tener los isleños para desarrollarse y para resolver sus propios problemas. El presidente se da el lujo, incluso en el discurso de la reciente apertura de la Asamblea Legislativa, de no mencionar el tema Malvinas. Es la primera vez que un presidente, en su discurso inaugural de las Sesiones Ordinarias del Congreso, no instala su posición, sus objetivos y sus compromisos con el tema Malvinas.
Por lo que viene mostrando, todo lo que puede esperarse del gobierno de Milei es negativo con relación a nuestras Fuerzas Armadas. Tanto en su especialización, como en su capacitación, y su equipamiento.
Hasta a veces parecen estar solamente preocupados en el tema de los condenados por delitos de Lesa Humanidad, sobre los que se quiere (o se tolera, al menos) que se les rinda homenaje. Eso está prohibido por las normas que sancionamos durante las gestiones de nuestros gobiernos, tanto en el de Néstor Kirchner como en el de Cristina Fernández de Kirchner, en donde como Ministra promoví resoluciones sobre ese tema. Parece obvio que, si hay personas que han cometido delitos de semejante gravedad, no pueden recibir honores de ningún tipo. Pareciera que esos son los temas que les interesa de nuestras Fuerzas Armadas.
¿Cómo evalúa la política de defensa del gobierno anterior?
A mi entender, el gobierno del Frente de Todos, entre los años 2019 y 2023, con los ministros Agustín Rossi y Jorge Taiana, desarrolló una política de defensa de líneas bien nacionales. Ambos ministros intentaron mejorar las capacidades de nuestras Fuerzas y sus equipamientos. Veníamos de una etapa de mucha demora en mejorar, renovar y modernizar el equipamiento y la logística. Esto, evidentemente, no puede resolverse de un día para el otro, pero hubo mucha claridad en las líneas generales de nuestra política. Por supuesto, siempre defensivas, siempre cooperativas. Se estableció una defensa de lo nacional, con una priorización del Atlántico Sur como zona estratégica de nuestro país.
Al mismo tiempo, también hubo una mirada de producción nacional en el desarrollo de una industria para la defensa. Se promovió una extensión de nuestras capacidades, tanto en la Fábrica Argentina de Aviones (FAdeA), como en la Sociedad Anónima de Talleres Navales Dársena Norte (Tandanor) para buques, en temas de municiones en Fabricaciones Militares. En fin, en en todos esos temas ha estado clara la vocación nacional y la construcción de objetivos nacionales.
Para ello se construyó el FONDEF (Fondo Nacional de la Defensa), que se aprobó por ley. Con las dificultades que la crisis económica siempre genera, tres presupuestos seguidos de fondos específicos destinados al equipamiento militar han llevado esa inversión al 0,8% del total de los ingresos previstos en el Presupuesto que establece esta Ley. Hemos avanzando en la radarización que permite ampliar y fortalecer el sistema nacional de vigilancia y control aeroespaciales. También se avanzó de manera muy decidida en el planeamiento militar, y en un mayor despliegue territorial de las Fuerzas Armadas, para que haya una mayor cobertura del territorio.
En ese sentido, se construyó un regimiento en Catamarca de donde el ejército, se había retirado y no tenía ninguna unidad. Se estuvo haciendo una recuperación de las capacidades militares de Río Gallegos. como base de aviones cazas ligeros. También se inauguró una planta de modernización de vehículos. Lamentablemente, esta nueva gestión las está paralizando.
No hemos podido comprar submarinos. Los mismos son sistemas de armas que son caros y, por consiguiente, no es fácil. Allí, necesitamos trabajar, en parte, con tecnología extranjera, pero buscando la mayor posibilidad de transferencia tecnológica posible. Son absolutamente indispensables los submarinos para un país que debe resguardar su soberanía en el mar. También es necesario avanzar en el tema de los aviones caza supersónicos. Para ello, se hizo un estudio muy amplio para definirse por los que estaban en ofertas, que eran unos de origen chino y otro de origen estadounidense, aunque serían vendidos por Dinamarca.
¿Cuáles fueron los puntos fuertes y los débiles de esa gestión?
Lo más fuerte de la gestión de estos últimos cuatro años, de 2019 a 2023 fue el haber puesto la mirada en el Atlántico Sur. Fue un gobierno que, en materia de defensa, pudo salir de la traición que implicó el pacto que firmaron el vicecanciller del ex presidente Mauricio Macri (2015-2019), Carlos Foradori, y el representante del Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Alan Duncan.
Este pacto establecía la decisión de ayudar en todo lo posible al desarrollo de los habitantes de las Islas Malvinas, sin ningún tipo de contraprestación, y sin ningún tipo de precaución y de restricción Argentina a esa asistencia. La idea era que nosotros estuviéramos al servicio de los intereses de los habitantes de las islas, es decir, de Gran Bretaña, ya que la mitad de las tres mil personas que habitan allí hoy son ingleses. Ni siquiera son nativos de las islas, y nosotros, por ese pacto, debíamos facilitarles de todo, hasta la conectividad a internet.
El acuerdo también brindaba posibilidades de que el Reino Unido pudiera otorgar permisos de pesca, al igual de otros temas que eran de su interés económico, para su desarrollo colonial. Por nuestra acción política, esa ignominia fue totalmente revertida, y se hizo una política de defensa que tuvo muy en cuenta el Atlántico Sur como zona estratégica para la Argentina. Somos un país que tiene, frente a sus costas, una de las plataformas continentales marítimas más extensas del planeta.
Esta política de cambio de la bochornosa dirección establecida en el Pacto Foradori-Duncan firmada durante el gobierno de Macri se basó en cosas concretas. Se está instalando la base militar en Tierra del Fuego, que también tendrá una finalidad lógica disuasiva en la zona, al tiempo que abre la posibilidad de apoyar el turismo hacia la Antártida.
También se avanzó en la reparación de la Base Petrel en la Antártida, que se había incendiado hacía muchísimos años. Es una base que está en un lugar extraordinariamente bueno, ideal para estar en la Antártida. La base en Petrel y la base en Ushuaia permiten construir un puente logístico, una conexión muy sólida e importante que permite afianzar nuestra presencia en la Antártida.
Son todas medidas coherentes que muestran la voluntad de Argentina de no descuidar su mar austral. Todo en el marco de la presencia de un invasor en la zona, pero también por valor estratégico, dada su cercanía con la Antártida, su cercanía con el Estrecho de Magallanes, que une el Atlántico y el Pacífico, y sus riquezas naturales, desde los hidrocarburíferos hasta los pesqueros, los minerales. No debemos olvidar que nuestro sur es fuente de riquezas muy importantes, y esto hace que sea una zona vista con mucho interés por distintos países del mundo.
Pensando en una agenda de futuro, ¿qué lugar deben ocupar las Fuerzas Armadas de América Latina en nuestras sociedades?
Nos interesan unas Fuerzas Armadas profesionales, democráticas, que respeten el orden constitucional, que acaten la autoridad del presidente de la República, que es su Comandante en Jefe, que estén absolutamente guiados por un sentimiento Nacional a consagrar su actividad profesional a defender la integridad del país, su soberanía y sus recursos, y la integridad de sus habitantes.
Las Fuerzas Armadas son absolutamente indispensables en un país, aún en uno como el nuestro, que no tiene una posición ofensiva, pero sí defensiva y de disuasión. Creemos que, además, hay que complementar estas capacidades de nuestras fuerzas con las de otros países de la región sudamericana.
En atención a esto, nuestra política de defensa no puede ser hemisférica porque Estados Unidos tiene una alianza militar en la OTAN con Gran Bretaña, que es el ocupante ilegal e ilegítimo de nuestras Islas Malvinas. De manera que, como ocurrió en la guerra en el año 1982, es esperable que adopte una posición en el caso de un conflicto. Por supuesto, sabemos que no lo va a haber, porque estamos comprometidos a soluciones diplomáticas. Pero aún en las soluciones diplomáticas no podemos esperar que Estados Unidos juegue en favor de los intereses argentinos.
Entonces, por eso, sostenemos que solamente una estrategia de defensa regional puede garantizar la soberanía de todos nuestros países. Lamentablemente, la época reciente no fue buena en ese sentido. Se paralizó el Mercosur, y la UNASUR pasó a un estado de latencia. Intentos como el del Grupo de Lima, y algunos otros, estuvieron destinados a debilitar la posibilidad de consolidar la unidad latinoamericana.
Sin embargo, no deja de ser evidente que estamos en un mundo en el que todas las grandes potencias y los países medios tratan de armar zonas de convivencia y zonas de cooperación regional. Sudamérica no puede estar al margen de estas tendencias. En ese sentido, la experiencia de la UNASUR y su Consejo Sudamericano de Defensa fue exitosa, no sólo logró unir a las Fuerzas Armadas de América del Sur en una mesa de trabajo, sino que también fue el comienzo de una construcción de medidas de confianza entre países que antes no tenían casi ningún diálogo. En ese sentido, nosotros hicimos una experiencia muy importante cuando con Chile creamos la llamada Fuerza de Paz Binacional “Cruz del Sur”, respaldada por Naciones Unidas, a pesar de que habíamos sido dos países que estuvimos al borde de un gravísimo conflicto bélico.
Por supuesto, hay que ir hacia un proceso de integración que no sólo debe limitarse a la integración de las Fuerzas Armadas. Tenemos que construir un proceso que avance también en temas de comunicación, de infraestructura, de finanzas. Pero, sin dudas, las Fuerzas Armadas tienen que ser también un componente más en este proceso de unidad regional.
* Cientista Político (UNRC). Docente Universitario (UNAHUR). Analista del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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