De acuerdo con la arqueóloga Claudia Servín del Centro INAH Nayarit, el entierro contenía un esqueleto intacto junto con otros huesos humanos apilados de forma intencional. Los huesos largos como fémures y tibias fueron colocados en una sección, mientras que varios cráneos se agruparon en otra área, incluso algunos apilados.
El análisis revela que los restos óseos fueron depositados de una sola vez, luego de que los cuerpos se descompusieron. Esta disposición cuidadosa sugiere la existencia de rituales funerarios específicos en la región durante la época Amapa, entre los años 500-850 d.C., de acuerdo con artefactos hallados.
Dentro del entierro, los arqueólogos encontraron al menos siete cráneos completos presuntamente de hombres de diferentes edades, algunos con evidencia de modificación craneal, una práctica cultural común en Mesoamérica. Esto podría indicar una distinción social dentro de la sociedad prehispánica.
De acuerdo con Servín, es posible que este entierro formara parte de rituales funerarios familiares, donde se enterraban a los miembros masculinos para conmemorar el establecimiento de un asentamiento. Este hallazgo es excepcional ya que no hay registros similares en la zona.
Tanto el INAH como las autoridades de Nayarit trabajan en la preservación de los restos y planean estudios detallados para aprender más sobre la cosmovisión de los pueblos antiguos de la región. El descubrimiento resalta la importancia de la colaboración entre instituciones para proteger el patrimonio arqueológico de México.
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