El Parque Arqueólogico El Caño es uno de los sitios arqueológicos más importantes de Panamá. Fue en el país del istmo donde, en las cercanías del río Santa Marta, en la región central panameña, floreció la cultura Coclé, entre los años 500 y 1000.
Los coclé son especialmente conocidos por la elaboración de una fina cerámica policromada, una delicada orfebrería y la producción de utensilios en piedra y hueso. Además también eran expertos en la extracción de oro, el cual intercambiaban por otras materias con las poblaciones vecinas de la región. Este oro panameño se ha llegado a encontrar en lugares tan alejados como Chichén Itzá, en la península de Yucatán (México).
Una buena muestra de la capacidad de los coclé en el delicado trabajo de la orfebrería lo demuestra el tesoro que ha sido descubierto en una tumba datada hace 1.200 años y que habría pertenecido a un poderoso gobernante de la región que fue enterrado junto a un espectacular ajuar funerario compuesto por refinadas piezas de oro, cerámica y otros utensilios.
Una forma clásica de enterramiento
Este gran descubrimiento forma parte de un proyecto iniciado en 2022 cuyo objetivo es explorar y dar a conocer la cultura Coclé.
Julia Mayo, directora de la Fundación El Caño, ha explicado que este "importante señor de Coclé" vivió a finales del siglo VIII y tendría unos 30 años en el momento de su muerte. Se trataría de un varón adulto de alto rango el cual fue enterrado boca abajo (decúbito prono) sobre el cuerpo de una mujer, una forma de enterramiento que al parecer era común en esta sociedad.
La tumba fue construida alrededor del año 750, y junto a este gran señor se hallaron los restos otras personas que se fueron dispuestas en su tumba para acompañarlo al más allá. Según Julia Mayo, la excavación aún no ha finalizado y los arqueólogos todavía no han podido precisar cuántas personas fueron enterradas junto al gobernante.
Un imponente ajuar funerario
Además de numerosos recipientes de cerámica típicos de los ajuares funerarios de la época, los arqueólogos encontraron en la tumba gran cantidad de joyas de oro.
El Caño fue descubierto en 1925 e investigado en la década de 1970, aunque no sería hasta 2008 cuando se llevaron a cabo en el lugar trabajos de excavación arqueológica con métodos científicos, que, finalmente, sacaron a la luz esta gran necrópolis. Según Julia Mayo, en este tipo de entierros colectivos se solían inhumar entre 8 y 32 cuerpos, entre personas de alto rango y sirvientes que se habrían inmolado durante el funeral para acompañar a su señor.
Según Mayo, lo que hace excepcional este hallazgo es principalmente su buen estado de conservación, que ofrece la posibilidad de estudiar con más detalle este tipo de prácticas funerarias. Los investigadores están convencidos de que el tesoro y los futuros análisis de los restos óseos descubiertos enriquecerán de manera significativa el conocimiento de las sociedades prehispánicas del istmo.
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