Mohamed Bendriss, padre de un niño y cuya mujer espera otro, era un repartidor que fue encontrado inconsciente en la noche del 1 de julio junto a su moto en una calle de Marsella.
Todo indicaba que se había tratado de un accidente de auto, pero su autopsia reveló una marca en el pecho que correspondería al impacto de una bala de goma utilizada por las fuerzas de seguridad en Francia, conocidas popularmente como LBD o "flash-ball".
Los tres agentes inculpados deberán responder por el cargo de homicidio involuntario por el "uso de la violencia con armas".
Además, permanecerán bajo control judicial, con prohibición de entrar en contacto con las partes civiles del caso y de "participar en el marco de su actividad profesional en intervenciones relacionadas con violencias urbanas y con grandes eventos en la vía pública", informó la agencia de noticias AFP.
La Policía y la Gendarmería habían realizado un amplio despliegue ese día en Marsella para contener la escalada de protestas derivadas de la muerte unos días antes de Nahel M., un adolescente de 17 años, por un disparo a quemarropa de la policía durante un control de tránsito en Nanterre, un suburbio de París.
La primera versión de la Policía indicaba que el adolescente había tratado de embestir a los agentes con su vehículo, pero un video ampliamente difundido mostró que le disparó a quemarropa al arrancar su auto durante el control de tránsito.
La Fiscalía estimó que la situación no presentaba las circunstancias necesarias para que el policía abriera fuego.
La Justicia decretó prisión preventiva por homicidio voluntario para el policía de 38 años, autor del disparo que, según su abogado, pidió "perdón a la familia" de Nahel.
La actuación policial se encuentra en el punto de mira en Francia desde hace años, y las críticas vuelven a resurgir con fuerza en cada episodio de protestas violentas o de disturbios, como el registrado semanas atrás.
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