(07/08/23 - Brasil, Por Pablo Giuliano, corresponsal) La Cumbre Amazónica de Belém de la próxima semana buscará, bajo el liderazgo del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, acordar una postura unificada sudamericana que apunte a que las naciones ricas financien el mantenimiento de las selvas para detener el dramático proceso de cambio climático.
El objetivo inicial de este polo de integración de ocho países amazónicos es, por primera vez, intentar unir al principal regulador del clima del planeta, la selva amazónica y la humedad que despeja por el mundo, y llegar con una voz consensuada a la reunión de cambio climático de la ONU COP28 que se realizará en Emiratos Árabes Unidos en noviembre.
"Vamos a seguir reclamando dinero a las naciones ricas por la compensación para mantener la selva en pie y el desarrollo económico sostenible de las millones de personas que viven en la selva amazónica. Seremos duros con la deforestación y queremos que la nueva industrialización verde se dé en el Amazonas", dijo Lula ante corresponsales extranjeros la semana pasada en Brasilia.
En el encuentro de martes y miércoles en Belém, en el estado brasileño de Pará, estarán presentes los gobernantes o sus representantes de los países de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA): además del anfitrión, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Surinam y Guyana.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, que hará su segundo viaje a Brasil desde que asumió Lula, acudirá a la cita amazónica, a la cual también confirmaron su presencia los de Colombia, Gustavo Petro; de Bolivia, Luis Arce, y Perú, Dina Boluarte.
Francia, que posee el territorio amazónico de Guyana Francesa, así como Alemania y Noruega -principales donantes del Fondo Amazónico que reinstaló Lula- se encuentran entre la lista de invitados, pero la cita de la ciudad de Belém, ubicada cerca de la desembocadura del Río Amazonas en el Atlántico, tendrá otro condimento de alto impacto de las relaciones sur-sur que construye Itamaraty.
Es la fundación del grupo BIC -por ahora un nombre informal- para la cual fueron invitados Indonesia, la República del Congo y la República Democrática del Congo, por poseer las otras dos grandes selvas tropicales del globo.
La cumbre deberá emitir una declaración, dijo el canciller brasileño, Mauro Vieira, que se transformará en una hoja de ruta para construir un espacio integrador del norte de Sudamérica, por ejemplo, con instituciones como el Parlamento Amazónico.
Brasil posee el 60% de la selva amazónica y llega a la cumbre con Lula como organizador, que asumió con una fuerte impronta ambiental, con la ambientalista Marina Silva como ministra del área, y luego de cuatro años en los cuales el ex presidente Jair Bolsonaro defendió la explotación económica de la Amazonia y redujo la fiscalización.
En los primeros siete meses de gobierno, Brasil redujo un 44% la deforestación en el espacio de la selva amazónica, según datos oficiales de satélite, pero la región sigue siendo un bastión del agronegocio, las mafias de la extracción ilegal de minerales y de los invasores de tierras indígenas.
Por eso es que la región amazónica brasileña es llamada "lejano oeste" y es donde más se producen muertes por litigios de tierras.
El lunes de agosto están previstas reuniones de ministros de Medio Ambiente y de Relaciones Exteriores, mientras que el martes se celebrará la cumbre de líderes de la OTCA.
Al día siguiente se realizará una reunión ampliada con países invitados y organismos internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y el Banco de los Brics.
El principal objetivo, además del político como nuevo polo de discusión global sobre cambio climático y desarrollo, es la "financiación externa, de preferencia con recursos no reembolsables", dijo la embajadora brasileña Gisela Padovan, portavoz del evento.
Padovan confirmó que los presidentes firmarán la Declaración de Belém, que además de incluir la búsqueda por financiación e inversión de los países ricos, destacará la soberanía de cada país ante cada parte que le toca de la selva amazónica.
La disputa entre desarrollo y preservación estará en la primera agenda de discusiones, sobre todo porque las poblaciones amazónicas son las que menos índice de desarrollo tienen o son vulnerables a los avances de la depredación económica.
Durante el fin de semana, se llevará a cabo la jornada Diálogos Amazónicos, en la cual participarán más de 50 entidades no gubernamentales, académicas y sectoriales para llevar a la declaración final la voz de la sociedad civil.
El gobierno de Lula intervino con la policía y el Ejército la tierra indígena yanomami, en el estado de Roraiama, para sacar a más de 14.000 personas que formaban parte de la red de extracción ilegal de oro y que por contaminar los ríos con mercurio provocaron muertes por desnutrición en los pueblos originarios.
Esta carta de presentación ambiental hacia un gobierno "verde" incluyó también un pedido de Petrobras, empresa estatal, para perforar a 300 kilómetros de la desembocadura del Amazonas, en el Atlántico, pozos submarinos de alta calidad de crudo, pero la iniciativa fue bloqueada por el Instituto de Medio Ambiente (Ibama), creando la primera división entre desarrollistas y ambientalistas en el gobierno de Lula.
Esa cuenca ecuatorial de petróleo es la misma que está siendo explotad a gran velocidad por la vecina Guyana.
La entidad no gubernamental más reputada de Brasil, el Instituto Socioambiental (ISA), que desarrolla alianzas y políticas de preservación con los pueblos indígenas en los estados de Mato Grosso, Pará y Amazonas, considera que la cumbre tendrá que escuchar la posición de la sociedad civil y que esta reunión representa un espacio diferente para la región.
Según la asesora de políticas de ISA, Adriana Ramos, "la importancia global de la Amazonía para el clima exige un cambio de actitud de todos".
En una declaración enviada a Télam, Ramos sostuvo que "el mantenimiento de la deforestación y la degradación conducirá al llamado punto de no retorno", término utilizado por los especialistas para referirse a la fase en la cual el bosque pierde su capacidad de regenerarse, debido a la deforestación, la degradación y el calentamiento global.
"Por lo tanto, no hay más tiempo que perder. La región amazónica es lo que es por sus pueblos, y la garantía de sus derechos territoriales y sus formas de vida es fundamental para que la región cumpla su rol de regulador climático global", concluyó.
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