(16/08/23 - Lesa Humanidad)-.Dos hijos de Mario Roberto Santucho, líder del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), declararon ayer ante el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata que juzga a 15 represores por los secuestros, torturas y crímenes cometidos en cuatro excentros clandestinos de detención que funcionaron en sedes policiales, y relataron sus secuestros y cautiverio cuando eran menores de edad.
Se trata de Mario Antonio Santucho y Marcela Eva Santucho, hijos del líder revolucionario, quienes también fueron secuestrados en diciembre de 1975, cuando tenían 9 meses y 13 años, respectivamente.
Ambos declararon hoy ante el TOF 1 de La Plata que juzga a 15 represores por los crímenes de lesa humanidad cometidos en los ex centros clandestinos de detención conocidos como Pozo de Banfield, Pozo de Quilmes; El Infierno en Lanús y en Brigada San Justo.
"El 9 de diciembre estaba con mi tía Ofelia, sus hijas y mis hermanas, Ana, Marcela y Gabriela, de 14,13 y 12 años, respectivamente y un niño amigo, Esteban, en una casa del partido de Morón", comenzó a relatar Mario Santucho hijo.
En momentos en que el grupo celebraba el cumpleaños número 5 del pequeño Esteban irrumpió una patota de ocho hombres de civil que portaban ametralladoras.
Mario era un bebé de 9 meses y Marcela una preadolescente de 13 años. En la casa estaban Ofelia Santucho, tía de ambos y sus hijas María, de 15 años; Susana, Manuela, Silvia y Emilia, que eran más pequeñas que María.
"Entraron con mucha violencia en la casa, nos amenazaron y amenazaban con matarme a mi, según me contó mi prima María", precisó Santucho.
La patota revisó toda la casa y luego sacó a la mujer y los niños, a quienes obligaron a introducirse en varios vehículos.
"Los vecinos nos contaron luego que esos hombres, antes de irse, pintaron el frente de la casa con las siglas del ERP, como haciéndose pasar por guerrilleros", destacó el hombre.
Contó que "nos llevaron a un lugar, ya era de noche y se escuchaban los ladridos de perros. De niño y hasta ya bastante grandecito tuve un miedo exagerado a los perros, cuando escuchaba los ladridos me ponía mal y mi hipótesis es que era por esa vivencia".
Ese lugar era Puesto 12, donde "mis primas y mis hermanas fueron golpeadas y maltratadas por los guardias del lugar incluso sufrieron algunas agresiones sexuales. Además escuchaban cómo torturaban a otros detenidos".
Las mujeres fueron interrogadas en varias oportunidades, para que dijeran dónde estaba Mario Roberto Santucho, dijo.
Desde allí fueron trasladados al Pozo de Quilmes, donde estaban custodiados por policías bonaerenses y posteriormente los llevaron al Hotel Splendid de Flores.
Según explicó Marcela Santucho al declarar también hoy, "la idea era usarnos como un señuelo. Esperaban que nos contactamos con nuestros padres y así capturarlos".
Durante el cautiverio en Pozo de Quilmes identificaron allí a dos mujeres que habían participado de su secuestro, quienes se "disputaban" quién se iba a quedar con el bebé Mario.
"Mis hermanas temían que se llevaran a Mario. Por la noche dormían y como tenían ese miedo se ataban al pañal de Mario por si se lo querían llevar mientras dormíamos", recordó con emoción.
Mario Santucho recordó que cuando su padre fue asesinado el 19 de julio de 1976 ellos habían sido enviados a Cuba.
"A pesar que en los diarios se publicó el asesinato de mi papá, como una especie de triunfo militar, y hay testimonios de que su cuerpo fue exhibido como trofeo de guerra nunca nos devolvieron el cuerpo, así que continúa desaparecido", afirmó Mario Santucho.
La saña de los represores fue más allá y estando Manuela Santucho, hermana del líder revolucionario, cautiva en el ex centro clandestino de Orletti fue obligada a leer en voz alta, ante el resto de los y las detenidas, la noticia del diario que informaba que había sido asesinado Mario Roberto Santucho.
Manuela Santucho y su cuñada Cristina Navajas fueron trasladadas al Pozo de Banfield, donde la última dio a luz a un niño que le fue apropiado y recién pudo recuperar su identidad a fines de julio último, cuando se convirtió en el nieto recuperado 133.
"Hace dos semanas nos reencontramos con el hijo de Cristina y Juli, que había sido apropiado por una familia donde el hombre era integrante de una fuerza de seguridad pero él tenía dudas sobre su identidad y de a poco fue desarmando el entramado de mentiras de sus apropiadores", dijo.
Mario Santucho detalló que "nos hemos visto 3 veces. Está muy emocionado por lo que significa este cambio y muy dispuesto a este proceso complejo".
"Mi mamá podría estar embarazada pero hay posibilidades de que no haya nacido. Hay un testimonio que dice haberle oído decir a un militar que ´acá parió la mujer de santucho´, es un elemento de sospecha pero podría ser que se referían a Julio Santucho (hermano del líder del ERP y padre del nieto 133)". precisó con cautela.
Marcela Eva Santucho también se mostró feliz al contar sobre el reencuentro con su primo.
"Encontrarlo fue un milagro, una especie de mensaje de Cristina desde el más allá. Para él todo es muy fuerte, poco a poco se irá integrando. Es una muy buena persona, tranquilo, tiene mucha luz, tiene muy buen aura", expresó.
"Treinta mil desaparecidos presentes, ahora y siempre", dijo Marcela Eva al finalizar su testimonio.
Durante la audiencia también declaró Carlos Brandli, quien fue secuestrado el 20 de mayo de 1976 en la ciudad de Baradero por fuerzas policiales bonaerenses que lo trasladaron a La Plata.
El hombre participaba en el Frente Estudiantil de la Facultad de Ciencias Médicas y militaba en Montoneros.
Brandli estuvo secuestrado el 17 de mayo de 1976, y estuvo cautivo en el Pozo de Banfield y en el Cuerpo de Caballería de 1 y 60, en La Plata, por lo que su testimonio también fue presenciado por los jueces del TOF 2 que juzgan los delitos cometidos en esta última dependencia policial.
Graciela Gómez fue otra sobreviviente del Pozo de Quilmes que declaró hoy y relató su secuestro en julio de 1975, y reconoció que declarar era "muy movilizante, espero que sirva para algo".
Declararon además, los sobrevivientes Gustavo Zurbano, Juan Carlos Uñates y Alfredo Martínez Galvez.
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