En el mismo momento en que Netanyahu asumía el cargo de primer ministro, miles de israelíes se manifestaban frente al edificio del parlamento para expresar así su rechazo a la posible supresión de las libertades civiles.
“Cuidado, la corrupción es contagiosa”, se leía en una pancarta en la protesta mientras los manifestantes gritaban “Netanyahu es un mentiroso”, para expresar su preocupación por la posibilidad de que el nuevo gabinete de extrema derecha apruebe leyes para neutralizar el poder judicial o contra los ciudadanos de oposición.
Netanyahu logró formar su nuevo gabinete, integrado por aliados sionistas ultraortodoxos y de extrema derecha, tras una serie de deliberaciones que duraron varias semanas. Esta alianza es considerada la más extremista en toda la historia del régimen y ha aumentado las tensiones políticas en los territorios ocupados.
Netanyahu vuelve al poder mientras está acusado de una serie de casos de corrupción: recibió obsequios de amigos multimillonarios e intercambió favores con magnates de los medios de comunicación para una cobertura más favorable de su persona y su familia, además de fraude, sobornos, violación de la confianza, entre otros.
Expertos aseveran que el sistema político del régimen de Israel tiene graves deficiencias, que viene generando una crisis que podría conducir a una guerra civil.
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