(13/04/22 - Sociedad)-.Los ritos y tradiciones cristianas son el origen de una gran cantidad de dichos y refranes populares como 'otro gallo cantaría' o 'llorar como una magdalena'. Estos dichos, refranes y curiosidades forman parte de nuestro vocabulario cotidiano y responden a episodios bíblicos que tienen lugar en Semana Santa.
Los dichos y expresiones populares tienen una presencia importante en nuestra habla cotidiana. Algunos se han ido perdiendo con el tiempo, pero muchos otros se resisten a desaparecer. El origen de muchas de estas expresiones lo encontramos en ámbitos que también tienen gran un protagonismo en nuestra vida diaria como oficios o profesiones, la política, las guerras, el territorio y, por supuesto también, la religión. Allá donde la influencia del Cristianismo es mayor, ha sido este el que ha determinado durante miles de años la iconografía artística, el lenguaje, sus ritos y tradiciones, como ocurre, por ejemplo, con el calendario festivo o gran parte de las obras de arte.
La pasión, crucifixión y muerte de Jesucristo que según los Evangelios tuvieron lugar en Semana Santa dieron origen a frases hechas tan conocidas como ‘ser más falso de Judas’, ‘llorar como una magdalena’ u ‘otro gallo cantaría’.
Según explican los textos sagrados del Cristianismo, fue durante la última cena cuando Jesús predijo que Judas, uno de los 12 apóstoles, le traicionaría. A pesar de negarlo cuando ya había planeado su traición, él entregaría a Jesús a cambio de unas monedas de plata, lo cual dio origen a la frase ‘ser más falso que Judas'.
Además, también predijo que Pedro negaría conocerle tres veces antes del amanecer, antes de que cantara el gallo. Al hacerlo, Pedro se convertía en un testigo contra Jesús, que estaba a punto de ser juzgado y condenado a muerte. Por eso se usa la expresión ‘otro gallo cantaría’ para referirse a una situación que hubiera podido ser diferente.
Lavarse las manos es justo lo que hizo Poncio Pilatos al no implicarse y dejar a Jesús en manos del pueblo de Judea
Todos sabemos a qué nos referimos cuando decimos ‘yo en este asunto me lavo las manos’: no voy a implicarme en este asunto. Pues bien, según los Evangelios, es justamente lo que hizo Poncio Pilatos, gobernador de Judea, cuando un grupo de guardias le llevó a Jesús la mañana siguiente de la última cena para que lo ejecutara.
Pilatos se negó y se lavó las manos, y a continuación dejó a Jesús en manos del pueblo pronunciando la frase ‘ecce homo’, aquí tenéis al hombre. De este episodio se deriva la conocida expresión ‘ir hecho un ecce homo’, pues Jesús había sido maltratado desde el momento en que fue apresado y presentaba mal aspecto cuando Pilatos entregó su suerte al pueblo de Judea.
Otras expresiones con significados un poco más evidentes las encontramos en ‘cargar con la/una cruz’ o ‘pasar un/su Vía Crucis’. Según la Biblia, y también según las costumbres romanas que rodeaban a las ejecuciones por crucifixión, Jesús cargó con la cruz en la que había de ser crucificado.
Un camino penoso que los reos sufrían antes de la muerte durante el cual en ocasiones también recibían latigazos y otras torturas. Cuando decimos que alguien carga con una cruz es porqué está sufriendo algún tormento. 'Pasar un Vía Crucis' –o camino de la cruz– tiene el mismo significado: atravesar un recorrido doloroso.
Mientras Jesús recorría el Vía Crucis, los Evangelios explican como tras él iban otras personas que le acompañaban cuyas identidades difieren según el narrador. Una de ellas era María Magdalena, antigua discípula de Jesús, que estuvo presente durante su crucifixión y muerte, llorando a su maestro. Aquí hallamos el origen de la frase ‘llorar como una magdalena’.
La Pascua conmemora el día que Jesús resucitó, y el Domingo de Ramos la entrada de Jesús en Jerusalén
A menudo, para decir que algo ocurre cada un largo periodo de tiempo decimos que sucede ‘de Pascuas a Ramos’. La Pascua, o Pascua de Resurrección, conmemora el día que según los Evangelios Jesús resucitó y señala el final de la Semana Santa. Ramos, o Domingo de Ramos, celebra la entrada de Jesús en Jerusalén, señalando el inicio de la Semana Santa. Así, entre ambos acontecimientos pasa casi un año (365 días menos una semana), por ello el dicho popular enfatiza que algo tarda mucho en ocurrir de nuevo.
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