(20/06/21 - Brasil)-.En el día que Brasil alcanzó los 500.000 muertos por Covid-19, el equivalente a 3,8 veces las víctimas de la bomba nuclear de Hiroshima, el presidente Jair Bolsonaro sufrió la peor protesta nacional de su mandato, con centenares de miles de manifestantes que acudieron con tapaboca en más de 450 ciudades con un pedido central: su renuncia por "genocidio sanitario".
La manifestación, convocada por los frentes de movimientos sociales, superó las expectativas de los organizadores y se transformó en algo superior a la del 29 de mayo, sobre todo en las grandes ciudades.
Ajeno a esta clima político y justo cuando se conoció la marca de los 500.000 muertos, Bolsonaro publicó un video homenajeando a los policías que persiguen a un asesino serial en los montes de Brasilia.
"Brasil no se merece a Bolsonaro, hay que sacarlo por juicio político o por elecciones, lo que sea posible", dijo el excandidato presidencial del opositor Partido de los Trabajadores (PT) Fernando Haddad, presente en el acto en la avenida Paulista de la ciudad de San Pablo, la principal urbe del país y la más grande de Sudamérica.
La manifestación, convocada por los frentes de movimientos sociales, superó las expectativas de los organizadores y se transformó en algo superior a la del 29 de mayo, sobre todo en las grandes ciudades.
En paralelo a esta movilización, el presidente Bolsonaro participó de un acto en la Marina en Río de Janeiro, justamente a solo unas pocas cuadras de donde miles de cariocas se congregaban en la avenida Presidente Vargas para pedir su renuncia.
Bolsonaro es investigado por una comisión del Senado por su gestión y sus omisiones durante la pandemia y como respuesta lanzó este jueves dos propuestas resistidas por la ciencia: el no uso de tapabocas por parte de los vacunados y expacientes de Covid-19, por un lado, y la idea de que como él ya tuvo coronavirus, no necesita ponerse la vacuna.
Actualmente, el 11% de los brasileños está inmunizado con dos dosis, luego que en 2020 el Gobierno desistiera de contratar vacunas y, en cambio, apostara por el uso de un remedio contra la malaria llamado cloroquina que se transformó en la bandera del bolsonarismo, aunque nunca mostró resultados científicos.
Por todo esto, el pedido de las manifestaciones hoy fue "Fuera Bolsonaro" y "Vacuna Ya" y tuvo inicio en Brasilia, donde más de 30.000 personas se congregaron en la Explanada de los Ministerios.
Además, manifestaciones de gran porte se registraron en Río de Janeiro, San Pablo, Porto Alegre Recife y en pequeños municipios, y todas contaron con la convocatoria y el apoyo de movimientos sociales, sindicatos y, finalmente, esta semana, del expresidente y líder del PT Luiz Inácio Lula da Silva, el nombre que fue citado una y otra vez en las protestas y que aceptó a participar con tapaboca y distanciamiento social.
Es que el ex tornero es el favorito en las encuestas para derrotar en primero y segundo turno electoral en octubre de 2022 a Bolsonaro, quien está buscando un partido político dentro del arco iris de la extrema derecha para poder afiliarse y competir por su reelección.
"Vacuna en el brazo y comida en el plato", fue el mensaje del ex presidente Lula en las redes sociales en medio de las manifestaciones.
"500.000 muertos por una enfermedad para la que ya hay vacuna, en un país que ya fue referencia mundial en vacunación. El nombre de eso es genocidio. Mi solidaridad con las víctimas", escribió Lula.
El presidente Bolsonaro, en cambio, envió un video en sus redes sociales, donde hasta las 18 no había comentado nada sobre la llegada del número de medio millón de fallecidos. Dedicó su discurso a felicitar a los policías que en Brasilia y el estado de Goiás lanzaron una búsqueda que dura varios días de un asesino serial llamado Lázaro Barbosa.
En Río de Janeiro, Chico Buarque, el cantautor que en los años setenta hizo los mayores clásicos contra la dictadura, como "Vai Passar", intentó perderse entre la multitud de manifestantes en el día de su cumpleaños número 77, pero uno a uno lo detenían para abrazarlo y saludarlo.
La manifestación nacional de este sábado fue una respuesta a la ocupación de la calle que impulsó el propio presidente Bolsonaro con sus simpatizantes cuando su popularidad comenzó a caer hasta alcanzar su mínimo, el 25% en mayo.
El mandatario organizó caravanas de motocicletas en Brasilia, Rio y San Pablo como forma de mostrar que la calle no era de la oposición y él podía disputarla.
Mientras su padre mantuvo silencio, uno de los hijos del mandatario, el concejal Carlos Bolsonaro, le contestó a la multitud: "Hoy no es genocidio, a partir de mañana vuelve a ser genocidio", aseguró asesor de redes sociales de su padre.
Bolsonaro, el ultraderechista ex capitán expulsado del Ejército por comandar un levante de tipo sindical en los años ochenta, ha militarizado el Gobierno federal de Brasil como no había ocurrido en la dictadura, con 6.000 uniformados en posiciones ejecutivas. Además, amenazó con usar el Ejército para romper las cuarentenas de los estados y municipios, incluso aquellos gobernados por la derecha.
Pero no todo es blanco y negro con este sector. Esta semana, por ejemplo, tuvo el apoyo de la derecha moderada para uno de sus grandes proyectos neoliberales, la privatización de Eletrobras, la mayor eléctrica de América Latina.
Por eso, las manifestaciones este sábado no tuvieron en todo el país como única consigna la pandemia.
También contaron con la presencia de pueblos indígenas que reclamaron el cese de la invasión de los mineros artesanales bolsonaristas a sus tierras ancestrales.
Mientras el ministro de Salud, Marcelo Queiroga informó que el país había superado una nueva marca de muertos -"500.000 vidas perdidas por la pandemia que afecta a nuestro Brasil y al mundo", tuiteó-, su par de Comunicaciones, Fabio Faria, yerno del magnate Silvio Santos y dueño del canal bolsonarista SBT que adquirió los derechos para transmitir los partidos de la selección de Neymar en la Copa América, relativizó la noticia.
"Veremos a políticos, artistas y periodistas 'lamentando' el número de 500.000 muertos. Nunca los veremos festejar las 86 millones de dosis aplicadas o los 18 millones de curados, porque apuestan al 'cuanto peor, mejor'. Lamentablemente, ellos hinchan por el virus", dijo Faria.
Por Pablo Giuliano, Telam
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