Todo sucedió la madrugada del sábado cuando hombres armados atacaron Solhan en la provincia de Yagha, en la región denominada “las tres fronteras”, entre Burkina Faso, Malí y Níger, sometida a la violencia de los grupos terroristas afiliados a Al-Qaeda y Daesh.
El primer ataque se realizó contra el puesto de los Voluntarios por la Defensa de la Patria (VDP), una milicia paramilitar creada en diciembre de 2019 para apoyar al Ejército, y el segundo, contra civiles. Fuentes de seguridad del país africano afirman que los agresores ejecutaron a los civiles e incendiaron viviendas y el mercado del poblado, situado a unos 15 kilómetros de Sebba, capital de la provincia de Yagha.
“Varios heridos sucumbieron a sus heridas y fueron hallados varios cadáveres. El saldo, todavía provisional, es de 138 muertos”, anunció un diputado local, bajo anonimato, mientras agregó que “los cuerpos fueron enterrados en fosas comunes”.
El funcionario afirmó que columnas de personas huían durante el sábado hacia Sebba, y durante estos desplazamientos tres personas perdieron la vida luego de que una mina artesanal colocada en la carretera por la que pasaban estalló.
El ataque del sábado se sumó a otro que sucedió el viernes por la noche en la aldea Tadaryat en la misma región, en el que murieron 14 personas.
El Gobierno ha declarado luto nacional de 72 horas, desde la medianoche del sábado y el presidente Roch Marc Christian Kaboré ha llamado al pueblo a “permanecer unido y solidario ante esas fuerzas oscuras”.
Por su parte, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, ha condenado la masacre de civiles y ha llamado a la comunidad internacional a apoyar a Burkina Faso en su lucha contra la violencia extremista.
Los ataques terroristas han dejado más de 1400 muertos y un millón de desalojados en Burkina Faso desde el inicio de la ola de violencia en 2015.
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