(15/03/20 - Economía)-.Según datos del Cippec, la situación tiene mayor incidencia en la población de ingresos más bajos, donde ellas encabezan el 55% de los hogares.
El 36% de los hogares argentinos tiene una mujer como principal sostén económico, con mayor incidencia en la población de ingresos más bajos, donde ellas encabezan el 55% de los hogares, según un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
El estudio indicó que el 36% de los hogares argentinos tiene una mujer como principal sostén del hogar (PSH) y que la situación que afecta más los sectores vulnerables, mientras que en el 10% más rico de la población solo 1 de cada 4 hogares tiene una mujer como PSH y en el 10% de los ingresos más bajos, ellas encabezan el 55% de los hogares.
«En los hogares monomarentales es donde más seriamente se manifiesta la tensión que implica conciliar la generación de ingresos y el trabajo reproductivo, ante los déficits en la oferta de políticas de cuidados adecuadas», precisó el trabajo.
Estos datos forman parte del trabajo “8M: la autonomía económica de las mujeres va más allá del mercado laboral” del Programa de Protección Social de Cippec, que ahonda sobre los desafíos pendientes en materia de derechos de las mujeres, particularmente en el goce de su autonomía económica.
El trabajo elaborado por José Florito, Florencia Caro Sachetti y Alejandro Biondi, coordinadores del Programa de Protección Social de CIPPEC señaló que «la inserción laboral empodera a las mujeres cuando es producto de decisiones libres, se da en condiciones decentes y con una redistribución de las responsabilidades sociales de cuidado que involucre en mayor medida a los varones y al Estado».
“En los sectores más pobres, donde la participación laboral de las mujeres es más baja, ellas son con mayor frecuencia quienes realizan el mayor aporte de recursos al hogar. En cambio, en los hogares más ricos, la brecha en la participación entre varones y mujeres es casi nula pero sí existe una diferencia de ingresos que favorece en mayor medida a los varones. Así, se evidencian las diversas desigualdades y vulnerabilidades que enfrentan las mujeres en los distintos niveles socioeconómicos”, agregó.
En tanto, detalló que «de la totalidad de hogares con hijos/as encabezados por mujeres que declararon enfrentar dificultades para conciliar el cuidado de esas niñas y niños, casi tres de cada cuatro son hogares monomarentales, con o sin familia extendida. En cambio, cuando el principal sostén económico es un varón, la inmensa mayoría de hogares con dificultades para conciliar el cuidado tienen a ambos progenitores”.
Esta realidad señala la urgencia de generar un Sistema Integral y Federal de Cuidados que garantice el derecho de todas las personas a cuidar y ser cuidadas.
Para hacerlo, se deberían reformar políticas existentes e implementar iniciativas nuevas, incluyendo el reconocimiento del trabajo de cuidado, su redistribución mediante una reforma del régimen de licencias, la reducción de la carga de cuidado mediante la ampliación de servicios públicos de cuidado de calidad y la representación y recompensa adecuada de las y los trabajadoras/es del cuidado.
En el diseño del Sistema, «es crítico dar cuenta y priorizar la situación actual de los hogares más vulnerables, liderados por mujeres”, finalizó el estudio.
El 36% de los hogares argentinos tiene una mujer como principal sostén económico, con mayor incidencia en la población de ingresos más bajos, donde ellas encabezan el 55% de los hogares, según un informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec).
El estudio indicó que el 36% de los hogares argentinos tiene una mujer como principal sostén del hogar (PSH) y que la situación que afecta más los sectores vulnerables, mientras que en el 10% más rico de la población solo 1 de cada 4 hogares tiene una mujer como PSH y en el 10% de los ingresos más bajos, ellas encabezan el 55% de los hogares.
«En los hogares monomarentales es donde más seriamente se manifiesta la tensión que implica conciliar la generación de ingresos y el trabajo reproductivo, ante los déficits en la oferta de políticas de cuidados adecuadas», precisó el trabajo.
Estos datos forman parte del trabajo “8M: la autonomía económica de las mujeres va más allá del mercado laboral” del Programa de Protección Social de Cippec, que ahonda sobre los desafíos pendientes en materia de derechos de las mujeres, particularmente en el goce de su autonomía económica.
El trabajo elaborado por José Florito, Florencia Caro Sachetti y Alejandro Biondi, coordinadores del Programa de Protección Social de CIPPEC señaló que «la inserción laboral empodera a las mujeres cuando es producto de decisiones libres, se da en condiciones decentes y con una redistribución de las responsabilidades sociales de cuidado que involucre en mayor medida a los varones y al Estado».
“En los sectores más pobres, donde la participación laboral de las mujeres es más baja, ellas son con mayor frecuencia quienes realizan el mayor aporte de recursos al hogar. En cambio, en los hogares más ricos, la brecha en la participación entre varones y mujeres es casi nula pero sí existe una diferencia de ingresos que favorece en mayor medida a los varones. Así, se evidencian las diversas desigualdades y vulnerabilidades que enfrentan las mujeres en los distintos niveles socioeconómicos”, agregó.
En tanto, detalló que «de la totalidad de hogares con hijos/as encabezados por mujeres que declararon enfrentar dificultades para conciliar el cuidado de esas niñas y niños, casi tres de cada cuatro son hogares monomarentales, con o sin familia extendida. En cambio, cuando el principal sostén económico es un varón, la inmensa mayoría de hogares con dificultades para conciliar el cuidado tienen a ambos progenitores”.
Esta realidad señala la urgencia de generar un Sistema Integral y Federal de Cuidados que garantice el derecho de todas las personas a cuidar y ser cuidadas.
Para hacerlo, se deberían reformar políticas existentes e implementar iniciativas nuevas, incluyendo el reconocimiento del trabajo de cuidado, su redistribución mediante una reforma del régimen de licencias, la reducción de la carga de cuidado mediante la ampliación de servicios públicos de cuidado de calidad y la representación y recompensa adecuada de las y los trabajadoras/es del cuidado.
En el diseño del Sistema, «es crítico dar cuenta y priorizar la situación actual de los hogares más vulnerables, liderados por mujeres”, finalizó el estudio.
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