La violencia ha reaparecido a primeras horas del viernes, después de un día de relativa calma como resultado de una nueva ola de violencia represiva por parte de las fuerzas de seguridad, que han renunciado a ese rol para convertirse en guardia pretoriana del régimen neoliberal conservador de Piñera.
La policía ha disparado gases lacrimógenos y cañones de agua contra una gran multitud de manifestantes que arrojaba piedras e intentaba recuperar el control de las calles.
Por la tarde en una marcha de silencio, los manifestantes han homenajeado a las víctimas que han dejado las protestas durante casi dos semanas. Mujeres vestidas de negro, con flores en sus manos, han marchado en memoria de los más de 23 muertos, más de 1100 heridos (as) y otros 146 con pérdida de visión, por disparos realizado por militares, Carabineros y el Gobierno de Sebastián Piñera.
Según la Central Unitaria de Chile (CUT), más de 10 000 personas, en 73 comunas de Chile, han participado en cabildos abiertos realizados en la última semana para exigir cambios estructurales en Chile.
Entre las reivindicaciones en los cabildos resaltan una nueva Constitución y Asamblea Constituyente, nacionalización de bienes públicos y prioritarios, nuevo sistema de jubilación, protección del medio ambiente, educación pública de calidad y gratuita, sistema de atención de salud público, acceso efectivo a la vivienda, justicia real y oportuna de los derechos humanos y un enfoque feminista en las políticas.
La administración de Piñera reconoció el miércoles por primera vez las violaciones a los derechos humanos en las protestas pacíficas realizadas en contra de las políticas dl gobierno.
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