En esta causa son acusados el ex fiscal federal Domingo Mazzoni (foto) y el ex juez federal Luis Ángel Córdoba, pero éste falleció en Buenos Aires en agosto de 2017 y a los 79 años, con lo cual en su caso la acción penal quedó extinguida. También será juzgado el penitenciario federal retirado Pablo César Casco, por tormentos agravados a detenidos políticos en la Prisión Regional Norte (Unidad Penal 7), en donde según testigos se registraron “torturas sin límite”.
El caso es juzgado por el tribunal integrado por los jueces Juan Manuel Iglesias, Selva Angélica Spessot (jueza de la Cámara Federal de Apelaciones de Corrientes) y un tercer miembro que debe ser designado por la Cámara Federal de Casación Penal.
En el auto de elevación a juicio concretado a fines de 2016 por la jueza federal de Resistencia, Zunilda Niremperger, a Córdoba y a Mazzoni se les imputó no haber actuado para impedir el despliegue clandestino de los grupos de tareas y la represión ilegal de detenidos políticos en territorio chaqueño.
En la audiencia preliminar realizada el martes también se decidió la composición de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía Federal de Resistencia, así como las querellas de la Secretaría de Derechos Humanos del Chaco y de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, las que presentarán 10 testigos, mientras que la defensa ofrecerá 4.
Otros 10 testigos propuestos por los querellantes quedaron pendientes de ser llamados “de acuerdo a la evolución del juicio y a la eventual necesidad de confirmar cuestiones que van a ser parte del debate, cuando así fuera considerado por el tribunal”, acotó la fuente.
El relato de una víctima
"Estamos en Resistencia a las puertas de un nuevo juicio oral por los crímenes de lesa humanidad cometidos en nuestra provincia", dice Miguel Angel Molfino Giannetti, uno de los ex detenidos políticos sobrevivientes de la Brigada de Investigaciones y de la UP7, en su cuenta de Facebook. "Este nuevo juicio, debo ser autoreferencial, tiene un poderoso significado: se va a juzgar al ex fiscal federal Domingo Mazzoni, un sanguinario chacal civil que alentó las torturas e incluso llegó a participar como espectador de las mismas. Cruel, soberbio, contenido en sus odios hacia nosotros, los presos hacinados en la Brigada de Investigaciones, parecía gozar con los picanazos, los submarinos, los golpes salvajes, los gritos de dolor y las humillaciónes a las que nos sometían. Peinado a la gomina como un tacuara (sic), bajo sus desdeñosos trajes, me tenía un especial odio. Su mujer había sido amiga de mis hermanas, de Alejandra (exiliada) y Marcela (desaparecida); yo la conocía de los bailecitos que se organizaban en mi casa en la adolescencia, y esta familiaridad lo enfermaba. Pidió varias veces que me maten, reconocí su voz bajo la venda, olí su perfume, sentí su silencio espectante y me despellejó el odio hasta ponerlo en carne viva. Todos estos largos años lo odié y lo odiaré hasta mi muerte. Más de una vez, al verlo sentado con su mujer en una confitería, me levanté para gritarle a todos los parroquianos: '¡Este tipo es un genocida! ¡Se llama Mazzoni, es un torturador!' hasta hacerlo huir del lugar. (...) Véanlo ahora, tan alejado de su petulancia de compadrito de derecha, abatido (hace varios años que lleva detenido), sabe de antemano que su tumba tendrá el aspecto de una celda. (...) Esperé mucho tiempo, la justicia finalmente lo aplastará con su puño de Memoria y Verdad. (...) Perdonen que sea tan autoreferencial pero es como despertar de una pesadilla. Todos sus atormentados sentimos lo mismo. Mañana habrá más luz en el mundo".
Agrega Molfino, en su posteo de Facebook: "El tipo sentado a la izquierda fue el carnicero más temible de la Unidad 7 de Resistencia. Se llama Pablo Casco, oficial penitenciario, su guardia fue la más salvaje. Fue el jefe responsable de habilitar la salida hacia la muerte de los compañeros masacrados en Margarita Belén".
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