(28/08/19 - Estados Unidos)-.Cuando uno lee o escucha a Noam Chomsky (Filadelfia, 1928) tiene la sensación de que ha vivido mil vidas. Noam Chomsky es un sabio moderno con criterio para casi todo lo que tenga que ver con política, religión, ciencia o filosofía y, además, un activista sin pelos en la lengua en la era Trump.
A sus casi 90 años, el imprescindible y monumental intelectual ha abandonado el MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde revolucionó la lingüística moderna y se convirtió en la conciencia crítica de Estados Unidos y del mundo contemporáneo occidental.
En una época en la que la posverdad está alcanzado cotas máximas, Chomsky y todas sus teorías en contra del neoliberalismo arrojan luz y cogen fuerza y veracidad en una entrevista que concedió recientemente para El País, y en la que expresa abiertamente sobre como individuos de la talla del actual presidente de los EEUU ponen en riesgo el estado de democracia, adulterando, incluso el propio concepto:
“Hace ya 40 años que el neoliberalismo, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, asaltó el mundo. Y eso ha tenido un efecto. La concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general. La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores.
El resultado es una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien lo llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones” declara.
Chomsky, simpatizante de movimientos anarquistas como el anarcosindicalismo, entiende perfectamente la desilusión generalizada que hay con el sistema debido a la fe que tiene en el papel de la clase obrera y, consciente de la opresión que ejerce la democracia capitalista para que la clase trabajadora siga condenada a la desigualdad económica que existe, afirma:
“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie.”
“El neoliberalismo existe, pero sólo para los pobres. El mercado libre es para ellos, no para nosotros. Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege.
Las grandes industrias energéticas reciben subvenciones de cientos de millones de dólares, la economía high-tech se beneficia de las investigaciones públicas de décadas anteriores, las entidades financieras logran ayudas masivas tras hundirse…
Todos ellos viven con un seguro: se les considera demasiado grandes para caer y se los rescata si tienen problemas. Al final, los impuestos sirven para subvencionar a estas entidades y con ellas a los ricos y poderosos. Pero además se le dice a la población que el Estado es el problema y se reduce su campo de acción. ¿Y qué ocurre? Su espacio es ocupado por el poder privado y la tiranía de las grandes entidades resulta cada vez mayor”
En un mundo en el que el exceso de información paradójicamente desinforma, resaltando en este punto el papel que juegan las “fake news” o las cortinas de humo, la clave está en distraer a la masa. Sobre ésto Chomsky apunta:
“Hasta Orwell estaría asombrado. Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales. Pero basta con poner la televisión y ver los anuncios: ¿Buscan informar al consumidor y que tome decisiones racionales? ¿O buscan engañar? Pensemos, por ejemplo, en los anuncios de coches. ¿Ofrecen datos sobre sus características? ¿Presentan informes realizados por entidades independientes? Porque eso sí que generaría consumidores informados capaces de tomar decisiones racionales. En cambio, lo que vemos es un coche volando, pilotado por un actor famoso. Tratan de socavar al mercado. Los negocios no quieren mercados libres, quieren mercados cautivos. De otro modo, colapsarían.”
Tenemos cada día más presente la creciente tendencia a la alienación, perdemos la esperanza en una sociedad que debería estar basada en la libertad y la igualdad en la que se tendría que erradicar el poder de las instituciones autoritarias que controlan los medios de producción subordinando a la mayoría; y, probablemente, a ésto se refiere Chomsky cuando dice:
“Se tenía la idea de que juntos se podía vencer a la crisis. Y eso se ha perdido. Ahora vivimos la sensación de que estamos solos, de que no hay nada que hacer, de que el Estado está contra nosotros…”
Fuente: El País
A sus casi 90 años, el imprescindible y monumental intelectual ha abandonado el MIT, Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde revolucionó la lingüística moderna y se convirtió en la conciencia crítica de Estados Unidos y del mundo contemporáneo occidental.
En una época en la que la posverdad está alcanzado cotas máximas, Chomsky y todas sus teorías en contra del neoliberalismo arrojan luz y cogen fuerza y veracidad en una entrevista que concedió recientemente para El País, y en la que expresa abiertamente sobre como individuos de la talla del actual presidente de los EEUU ponen en riesgo el estado de democracia, adulterando, incluso el propio concepto:
“Hace ya 40 años que el neoliberalismo, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, asaltó el mundo. Y eso ha tenido un efecto. La concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general. La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores.
El resultado es una mezcla de enfado, miedo y escapismo. Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien lo llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones” declara.
Chomsky, simpatizante de movimientos anarquistas como el anarcosindicalismo, entiende perfectamente la desilusión generalizada que hay con el sistema debido a la fe que tiene en el papel de la clase obrera y, consciente de la opresión que ejerce la democracia capitalista para que la clase trabajadora siga condenada a la desigualdad económica que existe, afirma:
“La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie.”
“El neoliberalismo existe, pero sólo para los pobres. El mercado libre es para ellos, no para nosotros. Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos. Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege.
Las grandes industrias energéticas reciben subvenciones de cientos de millones de dólares, la economía high-tech se beneficia de las investigaciones públicas de décadas anteriores, las entidades financieras logran ayudas masivas tras hundirse…
Todos ellos viven con un seguro: se les considera demasiado grandes para caer y se los rescata si tienen problemas. Al final, los impuestos sirven para subvencionar a estas entidades y con ellas a los ricos y poderosos. Pero además se le dice a la población que el Estado es el problema y se reduce su campo de acción. ¿Y qué ocurre? Su espacio es ocupado por el poder privado y la tiranía de las grandes entidades resulta cada vez mayor”
En un mundo en el que el exceso de información paradójicamente desinforma, resaltando en este punto el papel que juegan las “fake news” o las cortinas de humo, la clave está en distraer a la masa. Sobre ésto Chomsky apunta:
“Hasta Orwell estaría asombrado. Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales. Pero basta con poner la televisión y ver los anuncios: ¿Buscan informar al consumidor y que tome decisiones racionales? ¿O buscan engañar? Pensemos, por ejemplo, en los anuncios de coches. ¿Ofrecen datos sobre sus características? ¿Presentan informes realizados por entidades independientes? Porque eso sí que generaría consumidores informados capaces de tomar decisiones racionales. En cambio, lo que vemos es un coche volando, pilotado por un actor famoso. Tratan de socavar al mercado. Los negocios no quieren mercados libres, quieren mercados cautivos. De otro modo, colapsarían.”
Tenemos cada día más presente la creciente tendencia a la alienación, perdemos la esperanza en una sociedad que debería estar basada en la libertad y la igualdad en la que se tendría que erradicar el poder de las instituciones autoritarias que controlan los medios de producción subordinando a la mayoría; y, probablemente, a ésto se refiere Chomsky cuando dice:
“Se tenía la idea de que juntos se podía vencer a la crisis. Y eso se ha perdido. Ahora vivimos la sensación de que estamos solos, de que no hay nada que hacer, de que el Estado está contra nosotros…”
Fuente: El País
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